Lo
que piensa la ballena del arponero
Antonio Orihuela
Este
es el sugerente título del nuevo libro de poesía escrito
recientemente por nuestro compañero Antonio Orihuela, historiador
y poeta, que cuenta ya con una decena de libros publicados, algunos
traducidos a más de seis idiomas.
Desde Perros
muertos en la carretera (Sevilla, Crecida, 1995), o el antológico
Edad de Hierro publicado por el Ateneo Obrero de Gijón (Colección
Zigurat, 3, 1997), o Comiendo tierra (en Internet: www.babab.com
Madrid 2000), vuelve Antonio Orihuela a la carga con estos poemas,
con mucho sentido e intenciones incendiarias. No destaca el autor únicamente
como poeta, sino también como artista gráfico en esa especialidad
que han venido en llamar «poesía visual», donde ha
participado en más de 100 exposiciones y en 32 países
diferentes. A destacar de sus últimas publicaciones está
Teoría del bricolaje que en formato periódico entremezcla
con creatividad y originalidad el ensayo y la imagen.
También
es maestro, así lo consideramos los que lo conocemos y hemos
leído, como ensayista y articulista, donde se muestra con contundencia
y pensamiento claro, siempre crítico pero con argumentos y reflexión.
Incluso ha tenido el «honor» de ser censurado recientemente,
cuando invitado a participar en el IV Ciclo de Arte Contemporáneo
de la Rábida 2001, su ensayo Ingeniería patrimonial y
medio ambiente: La Rábida como proyecto fue eliminado del catálogo
oficial (más información y el texto censurado en www.cnt.es/merida).
Una joya de investigación lo constituye su tesis doctoral Historia
de la Prehistoria.
Antonio
forma parte de esa cuadrilla de artistas que andan por debajo, que no
se casan ni chanchullean con el poder, que pululan por pequeños
locales intoxicando las mentes con sus subversivos recitales. Un «auténtico»
intelectual, de los que dicen que hacen falta en este país, y
de los que curiosamente hay bastantes pero que no forman fila en la
sociedad del espectáculo. Es Antonio Orihuela de esos compañeros
estudiosos y sesudos, pero que cuando se pone a poetizar improvisa con
mucha soltura, con frescura y exigencia crítica. Hace poesía
social y libertaria porque él es así, es de los preocupados,
de los anarquistas sin bandera ni dogma, no es un «vocero de la
revolución», es un revolucionario.
Y si «el
estilo es el hombre» como decía Felipe Alaiz, estos poemas
hablan como Antonio, a veces burlón y siempre irónico,
con ese humor del andaluz del suroeste, y caña, mucha caña.
No encontrarás en su poesía preciosismo ni decadencia.
Sin romanticismo, sin reglas, sin rimas, huyendo de la podredumbre dogmática,
no es académica, pero es poesía, auténtica poesía,
poesía hablada, constantemente autobiográfica pero nada
personal. De su vida, de su experiencia, de sus palabras nace este libro
de poemas. Para ser hablados, para ser compartidos, para ser reídos
o llorados están los poemas de Lo que piensa la ballena del arponero.
De temática
variada pero con hilo conductor se leen estos poemas, verás desfilar
maestros, amores de juventud, pensionistas, opositores, niños,
obreros... y hasta una soleá. Pequeños poemas, pequeños
relatos, algunos con dulzura, otros con amarga ironía, siempre
bien tejidos, enmarañándote el cerebro con el corazón.
Para hacer pensar y sentir, y como dice el poeta en Escarbando en dirección
contraria: «Poniendo / en tus manos / esta rosa negra, te digo
/ mejor que rendirse / es escarbar hacia el cielo», recomendable
es escarbar en este libro.
Y, cómo
no, un pequeño aperitivo. Encontrarás los poemas distribuidos
en cinco «capítulos»:
«Animales
domésticos»
Cuando nacimos,
ya habían traducido el mundo
en un lenguaje equivocado.
«Trabajando
para el enemigo»
No confíes en los perros de los cazadores
... no corras a besar sus colmillos
Tú eres la presa
«Jaula
dentro de pájaro»
Hemos venido a caer
en el lado cerrado del espejo,
no esperamos sino resistir.
Si
el puzzle encajara
Alguien a sueldo lo desbarataría
«Cuchillos
romos afilados»
Un camino derecho
veo al frente salir
¿Y
cómo se anda por ahí?
«Jardines
vigilados»
Un día llegará un viento
que arrancará de cuajo todas las veletas
Y para
aquellas gentes que deseen escuchar estos poemas, pueden pedir el libro
a nuestra querida y eficiente Fundación Anselmo de Lorenzo.
Manuel
Rodríguez