El
anarquismo en sus documentos
Organización
y revolución: de la Primera Internacional al Proceso de Montjuic
(1868-1896) Comps. Francisco Madrid y Claudio Venza, pr. Pere Gabriel),
Madrid, Fundación de Estudios Libertarios Anselmo Lorenzo, 2001
(Antología documental del anarquismo español, v. 1), 481
págs. Precio: 2 900 pts. (17,43 euros).
Se
puede decir que estamos de enhorabuena cuando ante nosotros tenemos
ya el primer volumen de esta Antología documental del anarquismo
español, al que le van ha seguir cinco volúmenes más,
los cuales abarcan las siete décadas de existencia del anarquismo
ibérico desde 1868 hasta 1939. Vaya por delante que una vez leído
este primer tomo se puede constatar que se trata de una obra hasta ahora
no realizada e inaplazable que requiere un gran esfuerzo personal y
colectivo y que lo que hace es poner al alcance del público en
general una interpretación coherente de cada periodo en que se
divide la Antología documental. De todas maneras, quizá
lo más importante que el lector podrá encontrar en su
lectura y reflexión, es que la obra en cuestión ofrece
la posibilidad de que cada uno saque sus propias conclusiones a través
de los ochenta documentos que contiene este primer tomo. La Antología
documental no solamente, sin lugar a dudas, abre una nueva forma de
hacer historia, dicho sea de paso, hasta hoy inédita en lo que
se refiere al estudio del anarquismo ibérico y con ello, lo más
importante, se alcanzan dos objetivos: el primero mostrar desde la distancia
del período histórico que existen caminos ya trillados
de lo que queda en pie del socialismo a comienzos de este nuevo siglo
en lo que a la emancipación humana y la justicia social se refiere.
En segundo lugar al proporcionar al público en general esta documentación
y con ello propiciar su análisis autónomamente, se evita
el silencio de la historia oficial en lo que al anarquismo ibérico
se refiere. Se ponen límites al monopolio documental hasta ahora
existente y se reúne coherentemente documentación muy
dispersa en archivos estatales y del exterior.
La
ambiciosa y muy necesaria Antología documental que cuenta con
el cualificado impulso de la FAL y de los historiadores Francisco Madrid
y Claudio Venza será sin lugar a dudas una obra de referencia
que permitirá profundizar en el estudio del anarquismo ibérico.
Su contribución es digna de todo elogio.
En este primer volumen que abarca el periodo de 1868 hasta 1896 se hallan
los aspectos fundamentales del desarrollo del internacionalismo en España,
centrado preferentemente en los tres ámbitos más relevantes
de dicho movimiento obrero, como son las distintas formas de lucha que
se llevaron a cabo, los tipos de organización que se adoptaron
en función del contexto sociopolítico y la evolución
de las teorías debatidas, al mismo tiempo que se recogen los
contenidos y luchas no exclusivamente laborales. En este sentido el
volumen recoge importantes documentos que muestran cómo el anarquismo
ibérico se ocupó desde sus inicios de la emancipación
de la mujer respecto al hombre y al poder establecido (véase
al respecto el importante documento núm. 30 a cargo de José
Prat), la Iglesia católica y el Estado, la lucha antimilitarista
(véase el documento núm. 27 cap. 3.º) y anticlerical,
y se aportan las primeras referencias de lo que suponen las primeras
luchas ecologistas en España, (documento núm. 25 cap.
2.º sobre los «humos de Huelva») al mismo tiempo y
hasta el paréntesis represivo de 1896 se documenta ampliamente
el desarrollo de la cultura anarquista en lo que a la educación
y la procreación obrera se refiere.
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Paco
Madrid y Miguel Ángel Pradera en el Ateneo de madrid durante
la presentación del libro |
En
la introducción a cargo de Francisco Madrid se encuentra una valiosa
interpretación de las formas de lucha que desde sus inicios puso
en práctica el anarquismo ibérico a través de la
resistencia solidaria, el uso adecuado de la huelga revolucionaria y la
creación de la crítica del poder desde sus orígenes.
Cuando en la introducción Francisco Madrid abarca la evolución
de la ideología anarquista del período, sostiene la arriesgada
hipótesis de que ésta no fue entre marxismo y bakuninismo
sino más bien entre anarquismo y republicanismo. Yo me inclino
a pensar que en la práctica revolucionaria así fue, pero
como bien han mostrado otros autores desde el propio Anselmo Lorenzo hasta
Arthur Lehning o Clara E. Lida, la lucha ideológica en el seno
de la Internacional entre marxistas autoritarios y anarquistas tuvo, también,
especial relevancia en una estructura organizativa especialmente adoptada
para la solidaridad de la lucha obrera, y que la ruptura y distanciamiento
en el sí de la Internacional su incidencia debió de tener
en la Asociación Internacional de los Trabajadores de la Región
Española.
La
introducción pone de manifiesto, brillantemente, cómo
la propaganda y transmisión del ideario entre el proletariado
ibérico de 1869 hasta 1874 fue principalmente mediante la palabra,
para pasar, más adelante, a ser por escrito en periódicos
como La Federación de Barcelona desde 1869.
Se
introduce de manera sintética, que después el apartado
documental se encarga de mostrar ampliamente, uno de los períodos
más desconocidos, como fue la etapa de clandestinidad de la Internacional
puesta fuera de la ley tras el golpe de Estado de enero de 1874 hasta
1881. Se detallan y analizan las publicaciones, los grupos y las acciones
de la Internacional secreta que actuaron durante el período.
Cuando
la Antología abarca el período de constitución
de la Federación de Trabajadores de la Región Española,
una vez se restituye la tolerancia gubernamental del movimiento obrero,
se pone de manifiesto cómo las clases trabajadoras tuvieron que
hallar por su cuenta y tras la experimentación del modelo de
organización más idóneo la forma de hacer frente
a la burguesía al Estado y a la Iglesia católica. A esto
vino a responder la creación de la FTRE tras el Congreso de Barcelona
de 1881, con la cual y desde los principios del anarco-colectivismo
se lograba la coordinación de los diversos sectores de la industria.
En los posteriores Congresos de Sevilla en 1882, de Valencia en 1883
y de Cádiz en 1884, se pone en evidencia la preocupación
en el seno del anarquismo para evitar la burocratización y se
afronta el debate interno entre anarco-colectivismo y anarco-comunismo,
lo que dio lugar al gran debate entre ambas tendencias y a su vez se
experimentaban vías de organización social y económicas
futuras, conjuntamente con métodos de lucha adecuados a la realidad
socio-política ibérica. Todo ello en el contexto gubernamental
represivo tras el auge de la FTRE, por este motivo el gobierno utiliza
como pretexto una inexistente sociedad secreta y diabólica de
Andalucía denominada «La Mano Negra». De lo que se
trataba en realidad era, una vez más, de impedir la organización
de un movimiento obrero revolucionario como el anarquista.
La
discusión entre anarquistas de las tendencias económicas
y sociales del colectivismo y del comunismo anarquistas parte de la
década de 1880 y en ella las distintas interpretaciones de los
anarquistas respecto de la organización y la distribución
de la producción o de la apropiación de ésta por
quien la ha producido. Ambas tendencias coinciden en la propiedad colectiva
de los medios de producción. La fórmula que mayoritariamente
se va a experimentar es la basada en los principios kropotkianos del
apoyo mutuo como condición inherente de la capacidad humana que
puede hacer posible que cada cual reciba los productos según
sean sus necesidades.
Por
lo demás, la cuestión económica no fue como en
el marxismo el leitmotiv del anarquismo, sino que fue algo secundario
y de ahí que se adopte la unidad de acción anarquista
sin adjetivos. La acción y la experimentación del anarquismo
sin adjetivos apriorísticos se antepone a cualquier teoría
económica, ello es lo que permite la gran tarea de capacitación
del proletariado ibérico desde aquellos años, y lo más
importante, prescindiendo de cualquier superestructura o intento de
comunismo de Estado (véase el importante documento de 1892, núm.
14 cap. 3.º en el que se anticipa lo que sucederá con el
comunismo estatal al anular éste la libertad individual y convertirse
en propietario).
El
anarquismo, al desprenderse de la exclusividad economicista, abarca
un nuevo modelo cultural alternativo al existente, que, como bien señala
en la Antología Paco Madrid, se ocupó de la enseñanza,
se organizaron los Certámenes socialistas y se crearon entre
1881 y 1888 más de 50 cabeceras de periódicos. Éste
es uno de los legados más importantes del anarquismo y a la vez
uno de los más silenciados en nuestros días. En la Antología
se hallan, de modo exhaustivo, las referencias de los inicios de la
base cultural anarquista que sirven para darnos cuenta de que los valores
no se improvisan y son fruto de la experimentación que procura
la emancipación de la sociedad respecto de los falsos valores
del poder existente.
La
acción revolucionaria desde el terreno de la cultura y la lucha
obrera de acción directa van a ir siempre juntas en el anarquismo
ibérico. A tal fin se adoptaron nuevas formas de lucha que irán
transformando las estructuras propias del anarquismo en todas sus vertientes.
Ambas corrientes coinciden en la acción por la reducción
de la jornada laboral a ocho horas, que recibe invariablemente la represión
gubernamental ante la extensión de la organización y lucha
obrera, sobre todo en la última década del siglo xix.
Es el período en el que el movimiento obrero anarquista sufre
la mayor represión desde su existencia, la cual culmina con los
procesos de Montjuïc en 1897.
El
anarquismo español de esa década se había convertido
definitivamente en un movimiento social a su vez antimilitarista (véanse
los documentos del cap. 3.º) y pacifista de cultura obrera autónoma,
que defiende por encima de todo la libertad del individuo y la transformación
igualitaria de la sociedad, netamente superador de los localismos y
por ello fuertemente universalista.
De
ahí la atracción que sintieron hacia el anarquismo personas
del ámbito cultural e intelectual modernista como Jaume Brosa
y otros.
Este
primer volumen de la Antología documental permite concretar que
no se puede reducir el anarquismo exclusivamente al sindicalismo, aunque
éste sea una importante vertiente de aquél. La revolución
social en todos los órdenes para conseguir una sociedad sin clases
y sin Estado son los objetivos que el anarquismo ibérico en las
siete décadas que abarca la Antología se verá cómo
son siempre irrenunciables, se adopten las formas de lucha y organización
que sean, algo que ya se confirmaba en la importante contribución
que Víctor García (1)
hizo en su libro Antología del anarcosindicalismo y que ahora
refuta, a través de documentos, la obra que comentamos. Ello
evita dedicar demasiado tiempo a debates académicos estériles
entre anarcosindicalismo o anarquismo, pues este ha existido siempre
más allá de cuando surge el término.
Desde
este primer tomo de la Antología documental del anarquismo español
el lector se podrá percatar del camino recorrido por el anarquismo
y de cuál es su capital. De cómo y por qué se ha
intentado jubilar el anarquismo a través del silenciamiento o
la tergiversación de unos contenidos que evidencian la falsedad
que proclama actualmente el fin de las revoluciones (2),
cuando en el terreno social y no político constituyen una clara
necesidad para la evolución humana. De cómo la solidaridad
en la lucha social resulta ser imprescindible, cómo el poder
es ilegítimo sea cual sea su forma y de ahí la existencia
del anarquismo, que en el caso ibérico ha tenido una fuerte experimentación
reconocida mundialmente, y por lo tanto en el presente no se parte de
cero (3).
En parte, este hecho es lo que puede explicar cómo historiadores
como Hugh Thomas (4)
equiparen el anarquismo con el integrismo de moda. Mayor brivonada y
cinismo, imposible. De una rebeldía primitiva se ha pasado al
integrismo y al terrorismo (Amando de Miguel), en fin, una prueba más
de que una parte de la historia académica sirve como siempre
para legitimar al poder establecido y para fomentar lo que ahora conocemos
como «pensamiento único».
De
ahí, entre otros, el enorme valor de la Antología. Una
obra realizada desde la sensibilidad ideológica y cultural, pero
sobre todo desde la independencia de la FAL (5)
y de Francisco Madrid y Claudio Venza.
Eduard
Masjuan
1
El autor sostiene, a mí parecer acertadamente, que si se evita
entrar en juegos semánticos nos podemos dar cuenta de que el
anarcosindicalismo ha existido siempre como brazo económico del
anarquismo desde sus orígenes en la Internacional.
V. García, Antología del anarcosindicalismo, Caracas-Montady
, Ruta-B.A.S.E., 1988.
2
Véase al respecto el importante documento del cap. 3.º núm.
7 en el que se hace mención de la necesidad de acometer la revolución
social. De su lectura se desprende que ya en 1891 se proclamaba, como
en la actualidad, desde los poderes que «La era de las revoluciones
ha concluido».
3Véase
el interesante artículo de Manuel Castells «Globalización
y antiglobalización» en el que se puede advertir que la
tradición del anarquismo prosigue cuando escribe que actualmente
sectores que «se declaran abiertamente antisistema, anticapitalistas
desde luego, pero también anti-Estado, renovando los vínculos
ideológicos con la tradición anarquista que, significativamente,
entra en el siglo xxi con más fuerza vital que la tradición
marxista, marcada por la práctica histórica del marxismo-leninismo
en el siglo xx».
El País, 24 de Julio, 2001.
4
El País, 9 de Octubre, 2001, pág. 43.
5
La FAL subsiste por sus recursos propios de militantes y asociados en
un país que se autodenomina 'democrático' en el que la
entidad que recibe mayor subvención de dinero público
es la Fundación Nacional Francisco Franco, la última de
7 millones de pesetas, con el fin de preservar la memoria de un dictador
fascista. La subvención ha sido otorgada por el Ministerio de
Cultura que preside la ex comunista Pilar del Castillo.