Más
aportaciones al conocimiento de Mujeres Libres (1)
Puedo decir
que me considero afortunado por haber encontrado los documentos que
me han servido de base para escribir este trabajo. Aunque debo reconocer
que inicialmente el objetivo era otro: quería volver a aproximarme
a un tema que bastante años atrás, recién acabada
la carrera, me sirvió para elaborar mi tesina, tema en el que
seguí trabajando y fruto de lo cual fueron dos artículos
inéditos. De alguna manera ese querer volver al pasado me sirvió
también de excusa para reencontrarme con la investigación
histórica. En esa búsqueda por los catálogos y
legajos del Archivo Histórico Nacional en Salamanca me fui encontrando,
además de la información que pretendía (con mayor
o menor fortuna), con otra nueva que me resultó verdaderamente
atrayente. Una parte de ella estaba relacionada con algunas mujeres
relevantes, como Federica Montseny y Dolores Ibárruri, o con
la revista Mujeres Libres y la organización homónima.
Desde hace años, en mi actividad docente, vengo trabajando de
una manera especial sobre la introducción de la historia y el
presente de las mujeres en la didáctica de las ciencias sociales
dentro de la perspectiva de género. Esto ha hecho que mi preocupación
por este tema haya ido en aumento, a la vez que el de la reforma agraria,
el inicialmente pretendido, fue quedando atrás. Así fue
como empecé a indagar en los documentos relacionados con las
mujeres y a centrar mi interés en ellos. La curiosidad se tornó
en lo que ahora pretendo: aportar mi tarea investigadora al conocimiento
del mundo de las mujeres desde una perspectiva de género o, dicho
en otras palabras y para ser más explícito, como señaló
en su día M.ª Dolores Ramos (2),
desde una perspectiva feminista.
Es un trabajo
sobre el proyecto liberador muy peculiar surgido entre mujeres anarquistas
en 1936 que se concretó inicialmente en una revista, Mujeres
Libres, y que se amplió y desarrolló en una organización
posteriormente. Los documentos utilizados ya han sido trabajados y mencionados
en algunas publicaciones, pero no han sido sistematizados en su tratamiento
y su utilización, sólo se ha hecho como complemento para
el estudio de otros aspectos más generales. Por eso, quizás
pecando de inmodestia, me he atrevido a estudiarlos y escribir este
trabajo centrándome en ellos.
También
me he atrevido a entrar en las interioridades de las mujeres que promovieron
Mujeres Libres, así como de las que sintieron el proyecto como
suyo, apoyándolo y alentándolo. Fue un grupo de mujeres
avanzado en su tiempo dentro de lo que hoy no nos resulta problemático
considerar como propio del movimiento feminista, pese a que era un calificativo
que ellas mismas rechazaron. Quizás parangonable al rechazo doctrinal
que desde el anarquismo siempre se ha hecho de lo político. Este
carácter feminista, repito, explícitamente rechazado,
ya ha sido resaltado por Mary Nash, pionera y que tanto sabe de Mujeres
Libres, destacando además el componente doble de su lucha al
asumir «al mismo tiempo la función de ser no sólo
una organización libertaria, sino también feminista»(3).
O por Martha A. Ackelsberg, la otra gran estudiosa y experta en Mujeres
Libres, para quien «su experiencia nos brinda el modelo de una
estrategia independiente y no separatista para enfrentarnos a la diversidad»
(4).
El trabajo
se ha basado en el estudio de la correspondencia que intercambiaba la
redacción de la revista Mujeres Libres con simpatizantes, colaboradoras
y colaboradores, lectoras y lectores de distintos puntos del país
(sólo son excepción varias cartas enviadas desde el exterior
de la Península) antes del comienzo de la Guerra Civil, un corto
periodo que va de marzo a julio de 1936 y que coincide con los comienzos
de la revista y en concreto con la salida de sus tres primeros números.
Hay una carta de noviembre de 1935, que se ha incluido porque tiene
una clara relación con el epistolario estudiado y pertenece a
una de las principales protagonistas. El contenido de la correspondencia
me ha parecido importante, porque puede ayudarnos a conocer mejor los
primeros momentos de la puesta en marcha de la revista, las dificultades
con las que se encontraron dentro del propio movimiento libertario o
las diferentes, y hasta cambiantes, sensaciones que iban mostrando quienes
participaban en el proyecto. Este estudio es una aportación desde
las interioridades, desde el quehacer diario y, si se quiere, desde
la monotonía del mismo. Los contenidos de las cartas, como documento
específico, son menos formales, menos ampulosos y hasta menos
espectaculares que otro tipo de documentos, pero a la vez son más
directos, más espontáneos, más apasionados e incluso
más sinceros. Una carta que no tiene un fin literario en sí
mismo permite en ocasiones expresar con más claridad lo que se
siente. Bastantes cartas con las que he trabajado se ajustan a ese modelo,
al ser cartas en principio normales o corrientes y escritas por personas
humildes. Y casi todas exhalan sensaciones ricas y sugerentes. Existe
en ellas la frescura de lo espontáneo, que no tiene por qué
ser sinónimo de inconsciente. Mi intención última
es la de prestar aportaciones, humildes, eso sí, al conocimiento
de la historia de las mujeres. Ayudar a romper con esa larga tradición
de marginación e invisibilidad de su mundo, provocado por discursos
históricos marcados por el androcentrismo dominante. Todo un
mundo, una esfera, en palabras más al uso de este paradigma,
olvidado, escondido o ignorado, pero que cada vez pide más a
gritos su reivindicación y su reconocimiento.
Aunque
he hecho una lectura del conjunto epistolario guardado en el archivo
de Salamanca, no he querido incluir algunas cartas, pocas, posteriores
al inicio de la guerra, porque no coinciden con lo que creo que da más
homogeneidad y entidad al estudio del momento elegido. Es frecuente
que aparezcan lo que podemos considerar como carta inicial y su contestación,
a veces, seguidas de otras y sucesivas. Reflejan en ocasiones un diálogo
a distancia y en el tiempo. Hay veces también que se echa en
falta alguna carta, sea la inicial o sea la contestación, lo
que dificulta el conocimiento de ese diálogo. Las cartas enviadas
a la redacción en bastantes ocasiones eran dirigidas explícita
y personalmente a Lucía Sánchez Saornil. Con toda seguridad
en casi todos los casos era ella misma quien las contestaba, bien porque
aparece explícitamente su nombre o bien porque se deduce de su
contenido, aun cuando lleve el escueto nombre de «comité
de redacción» o simplemente «redacción».
Además hay un estilo propio que se refleja en la manera de escribir,
determinadas formas o expresiones, etc. Algunas cartas, las menos, estaban
relacionadas con su hermana Concha Sánchez Saornil, que era la
administradora de la revista.
Casi todas
las cartas escritas desde la redacción y la administración
son copias-calcos de originales (escritas en papel cebolla y sin firma,
aunque en alguna ocasión se hace explícito el nombre a
máquina). Las cartas que llegaron a la redacción, numerosas
(a pesar de que deben de ser una pequeña parte del total) reflejan
la gran variedad de gentes y lugares de procedencia. En ellas se detecta
sencillez y, con frecuencia, unas deficiencias formales propias en muchos
casos de personas que apenas sabían escribir, cosa esta última
lógica, dado el origen social, netamente obrero, de la militancia
anarquista, y porque en su mayoría quienes enviaban las cartas
eran mujeres, fuertemente castigadas por la incultura académica
y el analfabetismo. Muchas eran de mujeres, como también lo eran
aquellas de las que hay más número, donde se desarrolló
un verdadero diálogo epistolar con Lucía Sánchez
Saornil. Es el caso de tres mujeres humildes y voluntariosas, de distinta
procedencia geográfica y que respondían a los nombres
de Trini Urién, M.ª Luisa Cobos y Josefa de Tena. Son las
cartas donde se refleja más espontaneidad, donde se recaba más
información y más variada, y donde se refleja mayor confianza
y desnudez en la expresión de los sentimientos.
Entre las
cartas a la redacción abundan las muestras de ánimo y
referencias a aspectos organizativos. Estos últimos se referían
sobre todo a la distribución de la revista y a los ingresos económicos,
y reflejaban los problemas con los que las redactoras se iban encontrando
y las soluciones que iban aplicando. Hay algunas peticiones directas
de la redacción a que colaboraran mujeres relevantes del movimiento
libertario, y no sólo español, como Federica Montseny,
sino también internacional, como ocurrió con Emma Goldman.
También
pidieron otro tipo de ayuda, más bien de carácter organizativo,
como fue el caso de Diego Abad de Santillán, para solucionar
los problemas de distribución que tenían en una ciudad
tan vital como Barcelona. No faltó tampoco una carta al director
del periódico anarcosindicalista Solidaridad Obrera, muy crítica
por lo que consideraban un comportamiento inadecuado. Se pueden ver
también los ofrecimientos permanentes de colaboración,
tanto individuales como desde los distintos grupos del movimiento anarquista.
Ofrecimientos hechos por numerosas mujeres, pero donde no faltaron los
varones, a quienes denegaron las colaboraciones escritas por razones
que explico en el estudio, pero que partían del deseo de hacer
el trabajo intelectual de la revista sólo por mujeres. Aparecen
distintos aspectos del mundo de las mujeres, referidos a su actividad
laboral, su vida cotidiana, sus relaciones con los propios compañeros
anarquistas y hasta las frustraciones personales. No falta tampoco,
como es lógico, una referencia continua a las aspiraciones transformadoras
que persiguen, donde la capacitación de las mujeres por sí
mismas es primordial. Por ello se habla de cultura y/o de educación
como requisitos imprescindibles para lograrlo. Hay un discurso emancipador
novedoso para la época, porque unían a su condición
de anarquistas el deseo de dignificar y capacitar a las mujeres por
sí mismas. En esto último insistían mucho.
Evito profundizar
en los contenidos de las ideas que plantearon y desarrollaron. Otras
autoras ya lo han hecho, para lo que han estudiado los artículos
de la propia revista Mujeres Libres, los artículos que escribieron
en otras publicaciones anarquistas antes o durante el tiempo que duró
la experiencia, los documentos políticos y organizativos elaborados
por la organización homónima Mujeres Libres, y hasta testimonios
escritos u orales hechos por sus protagonistas. Menos todavía
se trata de hacer un estudio global de Mujeres Libres como organización.
He circunscrito el estudio a un momento concreto, los prolegómenos
y el inicio de la revista Mujeres Libres, que coincide con unas circunstancias
históricas distintas de las que se sucedieron inmediatamente
después durante la Guerra Civil. Por eso, como dije antes, he
desechado algunas cartas que son posteriores. El estudio, a su vez,
está basado en unas fuentes precisas, la correspondencia de y
con la redacción de la revista, sin que por ello haya desechado
otro tipo de documentación, como la encontrada junto a las cartas
y que se corresponde con algunos documentos de la organización
Mujeres Libres, la misma revista Mujeres Libres, la revista Estudios
o diversas publicaciones, bien científicas o bien memorialísticas,
que me han permitido complementarlo.
Y relacionado
con la documentación que es objeto principal de estudio destacaría
de la correspondencia la evolución que se percibe en la puesta
en práctica del proyecto. Un corto periodo de tiempo que ocupa
fundamentalmente unos cuatro meses (con la excepción de la carta
ya aludida del noviembre de 1935) y que coincide con la aparición
de los tres primeros números. Una evolución que tiene
para las protagonistas unos primeros momentos esperanzadores, que se
confirmaron con los excelentes resultados en la venta del primer número,
lo que las llevó a incrementar la tirada del segundo. Pero el
descenso en las ventas, que obligó a una reducción en
la tirada del tercer número, les abrió aún más
a la dura realidad con la que estas mujeres decididas tuvieron que enfrentarse.
La esperanza y prudencia iniciales, que fue una alegría casi
exultante tras el éxito del primer número, se fue tornando
en preocupación, miedo y, sobre todo, el pensar que la tarea
que les quedaba por hacer sería dura, lenta y larga. Pero justo
en ese momento el curso de la historia viró bruscamente en nuestro
país y la guerra se adueñó de sus gentes y de sus
tierras. Lo que ocurrió desde entonces obedece a otras circunstancias,
que tendrían su reflejo en otros números, y hasta otra
etapa, de Mujeres Libres y en el alumbramiento y desarrollo de Mujeres
Libres, ya como una organización en sí misma, extendida
por toda la geografía republicana, implicada en la movilización
social, política y militar del momento, y compuesta por bastantes
miles de entusiastas mujeres. Pero ése es otro momento que, aunque
inmediato, aquí no corresponde tratarlo por ser distinto.
Jesús
Montero
1
Este artículo pertenece al trabajo recientemente acabado titulado
La revista Mujeres Libres antes de la Guerra Civil. Los orígenes
del anarcofeminismo en España.
2
M.ª Dolores Ramos, Mujeres e historia. Reflexiones sobre las experiencias
vividas en los espacios públicos y privados, Málaga, Atenea/Univesidad
de Málaga, 1993, p. 77.
3
Mary Nash, Mujeres Libres. España 1936-1939, Barcelona, Tusquet,
1976, p. 23.
4
Martha A. Ackelsberg, Mujeres Libres. El anarquismo y la lucha por la
emancipación de las mujeres, Barcelona, Virus, 1999, p. 264.